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El Camino de Hospidepor: “No hace falta no mover las piernas para tener dificultades”

Los valores del Camino en 12 meses

El Camino de Hospidepor: “No hace falta no mover las piernas para tener dificultades”

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31-08-2017

El Camino de Santiago es la ruta por excelencia para llevar a cabo acciones solidarias, cumplir propósitos, fomentar las relaciones sociales, lograr superación personal… La lista es alargada y cada quien escoge sus objetivos para su Camino. En todos ellos están presentes una serie de valores que hemos querido resumir en la iniciativa: Los Valores del Camino en 12 meses. Uno de los más especiales es el de la Integración, que permite a personas de todo tipo sentirse involucradas en una misión, la de hacer Camino, sintiéndose en igualdad.

En la entrada de hoy os vamos a hablar de un Camino de Santiago que transmite emoción y dedicación. Se trata de una ruta de Astorga a León, hecha por un equipo formado por 5 personas con diversidad funcional y 6 acompañantes. Ellos son pacientes y profesionales del Hospital Asepeyo de Sant Cugat.

El doctor Josep Barrachina es uno de los responsables de este Camino de Santiago que forma parte de un programa instaurado en la mutua ASEPEYO, a través de su Comisión de Prestaciones Especiales, bautizada como Hospital Deportivo o Hospidepor.

Por segundo año consecutivo, el pasado mes de junio llegaron a Santiago de Compostela desde Astorga. Un total de 250 km que los pacientes realizaron en handbike –bicicletas adaptadas para personas con problemas de movilidad en el tren inferior- y en bicicleta, los trabajadores que les acompañaron.

El doctor Barrachina sintetiza el objetivo de estas actividades “destinadas a  personas que presentan distintos grados de discapacidad”, las cuales están pensadas para la “conservación y mejora de las capacidades físicas, sensoriales y mentales que hayan sido restauradas mediante el tratamiento de Rehabilitación convencional; fortalecer su autoestima aumentando la confianza en sus capacidades y favorecer el proceso de integración y normalización de estas personas en la sociedad”, según nos cuenta Josep Barrachina. Él mismo explica los tiempos de este método que se lleva a cabo “una vez han completado o en paralelo a su programa de tratamiento rehabilitador convencional y una vez que hayan desaparecido o se minimicen dolores, inflamaciones o cicatrización de heridas”.

Una de las personas bajo este tratamiento es Ricard Hernández, miembro de esta expedición. Este mes de septiembre cumple 19 años en silla de ruedas, por una lesión medular y el Camino de Santiago era para él un antiguo objetivo: “Es un reto que me propuse hace 19 años cuando estaba en recuperación, pero lo he ido dejando porque no me veía capaz –y eso que no es el Camino entero, que es el último tramo- pero esto siempre me ha parecido demasiado para casi cualquier persona. Y más, teniendo en cuenta una discapacidad como la mía o la de la gente que nos acompañaba”.

el camino de hospidepor

“Este deporte es algo más que hacer ejercicio, tiene una recompensa emocional”

Su lesión, como a muchos otros, no le ha impedido seguir una vida activa. Ricard fue jugador de baloncesto en silla de ruedas hasta que hace 9 años lo dejó para pasar más tiempo con su familia. Pero existe la posibilidad de llevar una vida más sedentaria que pueda traer consigo un bajón moral: “Este programa se pone en marcha para personas que se han dejado un poquito y que están mal a nivel anímico y este deporte es algo más que hacer ejercicio, tiene una recompensa emocional”.

Por qué el Camino de Santiago

Las actividades del programa Hospidepor incluyen esquí en invierno, paddel surf en verano y varias salidas en handbike durante el resto del año. Pero el Camino es una actividad especial que se hace, simplemente porque “muchas personas estarían ilusionadas en poder realizarlo, así de fácil”, nos dice Barrachina y lo dice porque “estos lesionados, estas personas son normales y tienen los sueños normales de cualquier humano, por esto hablamos de normalización y no de integración. Ellos están integrados, es la sociedad que los segrega con barreras mentales y físicas.

“Ellos están integrados, es la sociedad que los segrega con barreras mentales y físicas”

Josep añade también que “si por un momento nos ponernos en la piel de estos lesionados,  estoy seguro que nos gustaría realizar el Camino y decir como todos -al cruzarnos con otro peregrino- como si de un mantra se tratara: ‘Buen Camino’, sellar en los albergues, participar en las misas de peregrinos -seas o no creyente- y formar parte para siempre de la comunidad de peregrinos”.

Aunque para ello, la preparación ha sido indispensable para Ricard y sus compañeros: “En el caso de una persona como yo con lesión medular, no es más importante, pero sí más dura, si cabe, por las dificultades que tengo por el hecho de no poder mover las piernas y hacerlo todo con brazos”.

Además, mover la bicicleta con los brazos tiene una dificultad añadida: “Son fibras más cortas que se colapsan antes de sangre, necesitan más oxígeno porque se hace mucho movimiento”. Esto hace que antes del Camino, Ricard haya tenido que prepararse trabajando con pesas y haciendo muchos kilómetros con la handbike.

Por otro lado, destaca el trabajo mental: “Creo que es más importante para cualquier peregrino el tema de la presión psicológica. El no verte capaz de hacer una cosa influye mucho en cómo te va a ir la experiencia”.

Y en este campo es donde entra la labor de profesionales como el doctor Barrachina: “Con Pep [Josep Barrachina] tenemos un apoyo psicológico importantísimo. Es un pilar fundamental en nuestras expediciones”.
 

Con él y con todo el equipo de profesionales, la relación “llegó a otro nivel” para Ricard: “Estando en el hospital, si los ves por allí, ya no saludas: hola ¿qué tal? O les das la mano. Ahora ya son abrazos, son besos… Se crea un vínculo muy importante. Mucho más de lo que yo pensaba. Con él, antes de todo esto tenía trato como médico, ahora es algo más que médico para mí. Es un compañero”
 

“Si tu consigues ser la persona que eras antes a nivel emocional, la dureza física se supera”

De este modo en el Camino, la relación doctor-paciente cambia de plano, los iguala como compañeros y permite que el paciente, que habitualmente recibe ayuda, sea también un pilar de apoyo para los profesionales: “Incluso él ha cambiado la visión que tenía con respecto a nuestra discapacidad. En el sentido de que ve que realmente si tu consigues ser la persona que eras antes a nivel emocional, la dureza física se supera”.
 

Ricard nos lo confirma: “Se parte de la base de que ellos están ayudando, pero luego la tortilla se da la vuelta”. Las tornas cambian a pesar de sus lesiones: “A veces la ayuda no es solo coger y pegarte un empujón. No es solo arreglarte un pinchazo, la ayuda es mucho más. A veces unas palabras bonitas te tiran para arriba. La relación con ellos se transforma de profesionales-pacientes a grupo de amigos que están haciendo el Camino de Santiago”.

También lo ve así el doctor Barrachina: “De aquel equipo multidisciplinar y pacientes del que hablábamos al principio se ha hecho una madeja tan tupida que es difícil encontrar su alfa y omega, su principio y su fin”.

Este año, un momento de su Camino ejemplifica el ambiente de ayuda mutua del que nos hablan: “Uno de los trabajadores de Asepeyo (se encarga del mantenimiento) se cayó el segundo día, llegando a Herrerías para subir a O Cebreiro, y se partió un metatarso y un dedo. Se destrozó la mano. Pep, que es traumatólogo, le puso la mano bien. Ese día no pudo seguir pero le fue haciendo vendajes compresivos con la forma del manillar y siguió todos los días hasta Santiago”, comenta Ricard.

“No hace falta no mover las piernas para tener dificultades”

En resúmen, para él: “La ayuda viene en los dos sentidos. Ellos son los profesionales, son los que ‘nos sacan’”, aunque luego la balanza se equilibra: “somos personas con dificultad, pero todo el mundo la tiene. Cualquier persona que se monte en una bici de deporte la tiene, aunque sea porque ‘pensaba que llegaba y no llego’. No hace falta no mover las piernas para tener dificultades”.

“En el Camino hay algo. Algo que te imbuye y que te lleva a ayudar a todo el mundo, no solo a los que te rodean”.

Con todo, la handbike tiene complicaciones añadidas que tanto Ricard como Josep identifican rápidamente.

Ricard incide en la postura encima de ellas: “Yo voy sentado en lugar de tumbado, porque en montaña necesitas ver todo lo que tienes delante como ramas o lo que sea. Los de carretera van tumbados”. A ello se le une el tamaño de estas bicicletas, que hace que gran parte de su Camino haya transcurrido por fuera de los senderos habituales: “El problema principal que nosotros tenemos en el Camino desde Astorga a Santiago es que no podemos ir por el Camino propiamente dicho casi nunca. De 250 km habremos hecho 15 por el Camino. Porque nuestras sillas son amplias y detrás llevamos dos ruedas. La mía es pequeñita y aun así tiene 70 cm de ancho. Además, la rueda delantera está muy adelante, con lo cual estamos hablando de una máquina que son 70cm de ancho o más y unos 2 metros de largo. Son máquinas largas y no se pueden meter por camino”.

En bajada la cosa se complica todavía más, como apunta Josep Barrachina: “En el Camino desde Astorga hasta Santiago de Compostela existen etapas duras, como son el ascenso a la Cruz de Ferro y posterior descenso vertiginoso desde El Acebo hasta Molinaseca. Este descenso -ya peligroso para las bicicletas- se convierte en muy peligroso para las handbikes, por el peligro de volcar, si no se negocian bien las curvas con velocidades elevadas.

camino de hospidepor

Velocidades que hay que intentar disminuir, como nos dice Ricard, que intenta transmitir su experiencia: “Se coge muchísima velocidad sin siquiera pedalear porque [con la handbike] pesamos más, es lo que tiene la gravedad [risas] Entonces, a la gente hay que calmarla, decirle cuidadito porque cuando quieras frenar en seguida tus frenos de disco se van a calentar y luego no frenarás. Entonces ese también es mi trabajo”.

Pero, por último, todavía es necesario afrontar la cara amarga de la moneda, que nos muestra con un punto de ironía el doctor Barrachina: “Usando un dicho gallego: No creemos en las barreras, pero habelas, hailas. No me refiero a las barreras geográficas, esas están ahí y se tienen que afrontar y superar con más o menos esfuerzos y sudores. Pero hay otras barreras que dificultan el trayecto, por ejemplo: la escasa oferta de hoteles con habitaciones adaptadas y accesibles”. Las barreras continúan en los restaurantes de paso: “No hablemos de lavabos de restaurantes, casi todos tienen lavabos adaptados, para seguir la legislación vigente, pero es frecuente abrir la puerta y encontrarnos con excelentes almacenes para guardar todo tipo de bebidas o bien colgado de la puerta el letrero de ‘estropeado’. El porcentaje de lavabos adaptados estropeados o fuera de uso es elevadísimo”.

Este último es un dato muy relevante para plantearse que la integración va más allá de tratar a las personas como lo que son: personas, sino que existen más barreras que las mentales y que aún no han sido suprimidas.

Desde aquí, devolvemos el saludo peregrino, sin distinciones:

¡¡Buen Camino!!
 

**Bonus: Los resultados de este programa se realizaron una valoración subjetiva, de los propios pacientes, y un test objetivo, el Método GAS. (Goal Attainment Scaling), valorandose los distintos objetivos que habíamos planteado inicialmente (Aumento relación social, Aumento autoestima , aumento de la autonomía y aumento de la capacidad física), siendo la aceptación global del programa:

• Mucho peor de lo esperado         0%

• Menos de lo esperado.                  0%

• Lo esperado.                                    22%

• Más de lo esperado.                       41%

• Mucho mejor.                                  37%


Comentarios
Jose Luis Viana Conde
Enhorabuena, a todos por la ayuda y esfuerzo realizado, no solo en esta etapa de la vidaa
01-09-2017

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